En la vida diaria hay muchas cosas que pueden gustarnos. Equipos de fútbol, películas, juegos y muchos más formas de entretenimiento. Y en algunos casos, decidimos inmiscuirnos algo más, conocer más del tema.
Es en este punto donde pueden llegar a aparecer dos figuras distintas: las del fanático y el aficionado. Las cuales tienen algunas similitudes, pero podemos decir que la intensidad es lo que más se diferencia.
Diferenciando entre fanático y aficionado.
La principal característica podemos decir es la intensidad: ya que tanto un fanático como un aficionado tienen gusto por algo. Por lo tanto, intentan tratar de conocer un poco más sobre ello.
Alguien casual por ejemplo puede ver un partido de fútbol de vez en cuando. No se le puede considerar alguien cercano, pero lo disfruta. Sin embargo, un aficionado y un fanático irán a algo más.
Un aficionado es menos intenso que un aficionado. Por lo demás, pueden compartir muchas similitudes, pero en menor grado.
Por ejemplo, un aficionado a un equipo puede tener idea de cuando jugarán y ver algún partido. Incluso en algún caso asistir, comprar mercancía relacionada y estar pendiente de lo que ocurre en general.
Pero un fanático va más allá, el cual sigue intensamente todo lo que hace el equipo. Procura ir a todos los partidos, compra toda la mercancía y sobre todo: va a defender lo que le gusta.
Y es que esa es otra de las grandes diferencias: el fanático suele ser un radical que terminará por intentar imponer su opinión a la de los demás. Bajo el argumento que están mal y necesitan ser corregidos.
El aficionado suele ser mucho más pasivo, disfrutando de lo que le gusta en cierta privacidad. Un fanático suele ser fácil de detectar, ya que parece que el gusto por su afición esta cerca de ser un estilo de vida.
¿Es malo ser un fanático?
No creo, mientras se tenga respeto. Que te guste algo con intensidad no tiene porque ser malo, pero el problema es que pongas el llevar tu gusto por encima del bienestar de otras personas. Que pueden no estar de acuerdo contigo.
Por lo tanto, un punto intermedio podría ser lo más saludable. En donde disfrutes lo que te guste en el grado que te parezca, mientras sigas manteniendo un saludable respeto a lo que piensen los otros.
Incluso puedes platicar de tus aficiones y gustos, pero eso no implica una mayor intensidad a la hora de tratar de convencerlos.